viernes, 8 de octubre de 2010

LATINOAMERICA, UNA HISTORIA DE LUCHAS QUE DEFENDER



de Aris Rodriguez Mariota, el El jueves, 03 de junio de 2010 a las 23:36


P.D: Trate al inicio de escribir un articulo sencillo, algo contestario, de opinión por la coyuntura que atraviesa Panamá en este preciso momento con el tema del derecho a la protesta, sin embargo es un fenómeno que he evidenciado en diferentes países de latinoamerica por lo que considere apropiado abrir el abanico de análisis, desde su génesis".


En todas las sociedades humanas son normales procesos de confrotanción por asimilación u oposición a un sistema. En las sociedades occidentales y particularmente las latinoamericanas, estas confrontaciones adquieren singularidades propias de las condiciones en las que se edificaron los Estados Nacionales.

Primeras resistencia a la colonización

Con la masiva invasión colonial por parte de los encomendados de las coronas europeas, se dieron por primera vez en América, fuertes focos de resistencia a las formas imponentes y criminales de colonización. Ello produjo el más inimaginable exterminio humano indígena y el desplazamiento de los pocos grupos sobrevivientes a tierras áridas o extremadamente boscosas donde pudiesen mantenerse a salvo de la masacre. Los Chichimecas en México, Tupac Katari y Bartolina Sisa en Bolivia, Anacaona en Dominicana y Urracá en Panamá fueron mártires que aunque la Historia recuerda disimuladamente quedo su sangre grabada eternamente en las entrañas de las primeras conquistas sociales en suelo Americano.

Se dibujan las nuevas fronteras

Ya por los años posteriores a 1800, una oleada independista dibuja las nuevas fronteras latinoamericanas. José María Morelos en el Norte y Simón Bolívar en el Sur, encabezan una nueva propuesta de autonomía en la creación de las nuevas naciones. Desde las entrañas de las mas conservadoras estructuras coloniales, surgían nuevos conceptos referidos por el periodo de la Ilustración, la aspiración legitima de los criollos por decidir el destinos de sus economías y políticas, el desprendimiento del asistencialismo monárquico pero sobre todo, el reconocimiento de la capacidad de construcción de procesos desde los propios colonos desato levanto el eco de lo que hasta entonces nadie se atrevió a imaginar, independencia.

Imperialismo, el nuevo enemigo

A la entrada del Siglo XX, un nuevo concepto define la hegemonía de control en las nacionales. El imperialismo, producto de una serie de fenómenos sociales y políticos sucedidos en Europa entre las grandes potencias mundiales, genera las condiciones para alimentar las más egoístas y macabras ambiciones de control político y militar en diferentes regiones del mundo, entre ellos, el nuevo continente en desarrollo con elementos favorables para instalar los laboratorios neo-coloniales de la nueva era, America.

Latinoamérica, anti-imperialismo en lista de espera

Ya en Latinoamérica, con la entrada de nuevos elementos de intercambio cultural, formación académica, masificación de la información y asociatividad en torno a temas y decisiones colectivas, se habla en los pasillos de lucha social, cuestionamiento al sistema y llamamiento a revolución. De referencia, siempre alimentaron las más legítimas aspiraciones de cambio lo sucedido en la Revolución Francesa en 1789 y la reciente Revolución Rusa en 1905. Aunque ya el problema para Latinoamérica no era La Corona, si lo era su nueva forma de dominio territorial, el Imperialismo.

Nuevos conflictos internacionales acomplejaban el escenario mundial, a los países Latinoamericanos le toca esperar pacientemente a definir sus autonomías nacionales y aspiraciones anti-imperialistas mientras estalla la primera y segunda guerra mundial respectivamente. De hecho, en medio del conflicto, nos convertimos en excelentes laboratorios militares y minas permanentes de recursos naturales para alimentar los egocentrismos hegemónicos supranacionales.

El patio de atrás comienza a levantarse

Resulta un poco complejo e incomodo concentrar la atención en analizar exclusivamente las consecuencias nefastas del imperialismo en Latinoamérica, dado que africanas fueron convertidas literalmente en campos de carnicería humana y canteras de diamantes y petróleo para el capitalismo mundial, solo por citar ese detalle de referencia Histórica.

Desde tierras Aztecas hasta tierra de fuego, podría decirse que resulta inevitable excluir a algún país que no halla sido afectado por el yugo imperial. La resistencia de los pueblos indígenas ocupaba un lugar de prestigio y referencia en la lucha social, pero hacia falta un eslabón que involucrará a todo el pueblo en la causa común.

Las reivindicaciones sociales que sucedían en Europa, servirían de referencia a la estrategia que asumirán los pueblos latinoamericanos por definir su destino. La guerra civil española, el levantamiento de los bolcheviques, la victoria de Mao y hasta las fervientes luchas independentistas en África serian el caldo de cultivo para encender la chispa revolucionaria en Latinoamérica.

Pronto surgirían nuevos liderazgos campesinos, obreros e indígenas que lograrían reunir toda una masa de seguidores alrededor de las causas por las que luchaban. Los efervescentes discursos, la agitación de masas y la propaganda eran la tónica que identificaría a la nueva propuesta de cambio ante la mirada imperialista. Sin embargo, la bota imperial, Estados Unidos en particular en Latinoamérica, utilizaría las más crueles artimañas en sus aspiraciones de mantener el control hegemónico. Muchos dirigentes serian asesinados por células terroristas al servicio del dólar, y con ello, nuevas formas fascistas de gobernar redefinirían la política de control estatal a través del miedo.

Guerra Fría en América Latina y los focos de resistencia

Para mala suerte de Latinoamérica, finalizando la Segunda Guerra Mundial con la aniquilación de Hiroshima y Nagasaki, quedaría esta región del mundo envuelta en una pelea prolongada de poder entre dos grandes colosos imperialistas como lo fueron la Unión Soviética y los Estados Unidos.

El acceso democrático a las reivindicaciones sociales había fracasado con la caída de Allende en Chile por lo que no quedo otra opción que empuñar las armas como única alternativa, tal y como sucedió en Cuba. Para suerte de estos nuevos movimientos revolucionarios, Estados Unidos se asomaba a perder una guerra considerada de trámite contra el Vietcong, una pérdida no solo dentro de la selva sino también en su propio concreto capitalista. El enemigo venia golpeada, pero no derrotado y con ello toda una estrategia de terror.

En Nicaragua los Sandinistas, en El Salvador el Farabundo Martí, en Guatemala la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, y así sucesivamente y como efecto dominó, surgían en Latinoamérica fuertes focos de resistencia al modelo de tiranía impuesto por el Imperio. Panamá en su lugar, atravesaba una singular situación; independencia no significaba soberanía, como no lo significaba el Estado Nacional. Una franja canalera parecía tatuar el destino del sueño istmeño, y con ello la condena eterna de sus habitantes.


Panamá, un revés en el modelo hegemónico

En 1968 se da un golpe de estado por parte de altos mandos de la Guardia Nacional, lo que supone un fuerte revés del modelo hegemónico de Estados Unidos en Panamá ante la incertidumbre de la orientación ideológica del régimen. El escenario panameño se complica, mientras los altos mandos golpistas desarrollan una feroz lucha interna, los sectores sociales que demandaban atención urgente desesperan y se evidencian nuevamente focos de resistencia popular.

Cerro Tute fue testigo de un fuerte enfrentamiento al igual que los estudiantes que resistían a reconocer al nuevo régimen, se saldaron vidas humanas y con ello un la necesidad de definir el proyecto del nuevo régimen. Asciende Torrijos al control de las riendas del poder y con ello una fuerte reforma en el modelo de Estado. Se estimula el surgimiento de la clase media y redistribución de tierras con la reforma agraria. Panamá se convertiría en el modelo a emular para los demás países latinoamericanos en las conquista de las reivindicaciones sociales, la firma de los tratados que revertirían a manos panameñas la franja canalera representaba el clímax de la revolución, pero la muerte repentina y misteriosa dejaría una honda laguna en el rumbo del proceso.

El régimen en Panamá, una época de contradicciones en la lucha social

Con la muerte de Torrijos, nuevos elementos se sumarian a determinar el rumbo del proceso que hasta entonces era revolucionario. Noriega asume el control del país y con ello una fuerte demanda social de servicios básicos, sin embargo, el calor del conflicto entre las naciones imperialistas, la intervención de la CIA y la Embajada, sumado a la arrogancia del régimen y la concentración de poder, desenfocaría severamente el rumbo del proceso revolucionario y con ello toda una estela de enfrentamientos entre distintos sectores sociales que terminaría trágicamente con la matanza del 20 de Diciembre de 1989 por parte de los Estados Unidos.

Democracia, IFIs vs Reivindaciones

Tal y como se habían levantado simultáneamente las formas de operación imperialistas a través de dictaduras de derecha en Latinoamérica, las mismas caían de manos de sus engendradores. Patricio Alwin en Chile prometía un nuevo Estado de regeneración nacional y en Panamá Endara prometía exactamente lo mismo. Pero el dominio hegemónico adquiría otro nombre y con ello una nueva lucha contra un nuevo enemigo, las IFIs.


Volvíamos a la génesis de la lucha pero esta vez el enemigo era más robusto e invisible. Se mimetizaba en cada esquina, incluso en las entrañas de los grupos que el algún momento representaron las legitimas causas sociales. Usaron el discurso de masas, la empatía con el pueblo, se volvieron amigables y a la vez invisibles e impredecibles. Ya no hablaban de derecha, ni poder, ni siquiera usaban botas, pero depositaron en el subconsciente conceptos como inversión extranjera, desarrollo, progreso, privatización que a fin de cuentas se traducían en afirmaciones consumistas y capitalistas, el individuo tendría que ser mas parte de su sociedad que de la sociedad.

Las nuevas protestas adquirirían un nuevo color, tal vez menos sangriento pero igual de enérgicos y con un nuevo elemento, el mediático. Con la caída del Muro de Berlín y el triunfo del capitalismo, el libre mercado era la afirmación hegemónica en todas las naciones en donde el imperio capital tendría injerencia. Los movimientos sociales disminuían en cantidad, pero concentraban sus causas en temas específicos, como el ambiental, sindical, estudiantil, campesino, entre otros.

El libre mercado, el punto débil del enemigo

La resistencia ya no demandaba anonimato por seguridad, ya no ameritaba penetrar las selvas si empuñar las armas. La deuda social estaba disparada y con ello la brecha desigual entre ricos y pobres. Los gobiernos se hicieron excesivamente burocráticos, corruptos y clientelistas. Pero el movimiento social descubrió que frenar la circulación del libre mercado demostraba el estancamiento de su flujo y con ello la inmediata necesidad de respuesta.

Los gobiernos fortalecieron sus brazos represivos, endurecieron las leyes e institucionalizaron nuevas formas de persecución. Satanizaron el derecho a la protesta por la incapacidad de respuestas de sus gobiernos. Era más fácil y económico crear una cárcel para 1000 manifestantes que un hospital para 1000 enfermos.

La Derecha, saca su rostro, cercena la resistencia

En Perú, en el año 2009 con Alan García en la presidencia y la firma de los tratados de libre comercio con los Estados Unidos, genera un conflicto por la defensa legítima de tierras de grupos indígenas amazónicos provocando la muerte de más de 50 personas. En Honduras, las diferencias ideológicas y políticas entre Zelaya y la ultraderecha provoca su derrocamiento y expulsión así como la muerte de más de 300 miembros de la resistencia anti golpista, entre ellos 5 periodistas, todo ante el silencio mediático de la comunidad internacional. Y recientemente en Panamá, una serie de medidas represivas adquieren formas dictatoriales de gobierno por parte de Ricardo Martinelli quien ya ha cercenado conquistas sociales y amenazado con una serie de propuestas en cuanto a expropiación de recursos naturales, flexibilización del código de trabajo y hasta la reforma electoral con miras a la reelección, entre otras.

La lucha continua, a como de lugar

Es inevitable que toda acción conlleve a una reacción, de esta forma, resulta entendible que los gobiernos diseñados bajo el paraguas hegemónico pretendan blindar sus esquemas de trabajo ante la resistencia de quienes históricamente han derramado sangre y sudor en protestas y manifestaciones por la conquista y el respeto a la dignidad humana y a los derechos colectivos.

SI AL DERECHO A LA PROTESTA, A DEFENDERLO SIN CONDICIONES!


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